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שׁוֹפְטִים פָּרָשַׁת
Resumen de la Parashá
30 de אֱלוּל – (03 de septiembre 2022)
Moshé
procedió a repasar las normas necesarias para asegurar las condiciones de una
sociedad civilizada. En cada ciudad debían nombrarse jueces y funcionarios
locales y la justicia debía ser administrada correcta e imparcialmente.
En consecuencia, un juez tenía prohibido
mostrar preferencia o aceptar sobornos. Si un juez local encontraba un caso muy
difícil de resolver debía derivarlo a una autoridad superior, es decir a los
Cohaním y la Corte Suprema, con asiento en el Santuario. Su era definitiva y la
negativa a acatarla podría ser castigada con la muerte.
El pecado de idolatría, determinado luego de
una amplia investigación, era castigado con la muerte por apedreamiento. El
acusado no podía ser condenado por el testimonio de un solo testigo. Se
requerían por lo menos dos, los cuales eran los testimonios en llevar a cabo la
ejecución.
Moshé predijo que llegaría el tiempo en que
los judíos desearían que los gobernara un rey, como ocurría con otras
decisiones. Cuando esto sucediera, el rey debía ser un israelita nativo elegido
por D-s. No debía abusar de su poder para acumular caballos, acumular muchas
riquezas y tenía que escribir una copia de la Toráh de modo que fuera temeroso
de Hashem Bendito y observante de la Ley.
La Toráh prohíbe todas las formas de
superstición y magia practicadas por un adivino. Israel no tenía necesidad de
recurrir a tales trucos pues D-s los proveerá de inspiración profetas surgidos
de entre los propios israelitas. Ellos debían comunicarles la voluntad a D-s
Bendito. Los falsos profetas que hablaran en nombre de ídolos debían ser
castigados con la muerte. El falso vidente podia ser descuidado al no cumplirse
sus predicciones.
Antes de que alguien pudiera ser condenado de
un crimen, su acto criminal debía ser confirmado, por lo menos por dos testigos.
Si se descubriera que un testigo había elevado un falso testimonio, debía
recibir el castigo destinado a la víctima
inocente.
Los israelitas no debían atemorizarse antes de
entrar en batalla contra un enemigo poderoso, pues D-s Bendito los protegería.
Tres categorías de hombres estaban exentos del servicio militar:
El
que recién había construido una casa y aún no la había inaugurado.
El
que había plantado un viñedo pero no había alcanzado a disfrutar de su
producción.
Y
el recién casado (por el periodo de un año)
Antes de atacar una ciudad enemiga, Israel
debía tratar de negociar una entrada pacífica. Sólo si este intento fracasaba
podían emprenderse la guerra. Si Israel vencía, todos los hombres del ejército
enemigo debían ser ejecutados, pero sus mujeres e hijos debían ser dejados con
vida. No debían destruirse los árboles frutales durante un ataque si había
otros árboles disponibles, a fin de que continuaran beneficiando a los nuevos
habitantes de la cuidad conquistada. (Extraido del libro - וְדִבַּרְתָּ בָּם)
הַפְטָרַת
Esta
Haftará, constituye, quizás, una de las más preciosas y brillantes profecías de
consuelo emitidas por Yeshayá. En ella D-s afirma que únicamente Él traerá el
completo y definitivo consuelo apara el Pueblo de Israel y ningún poder humano
podrá evitar este final feliz. Con ello D-s Bendito aleja el temor absurdo que
acosa y atormenta al hombre por las amenazas del hombre. Es en este punto donde radica la
auténtica fe que debe anidar en el corazón de todo yehudí.
Las inspiradas palabras del profeta confrontan
los horrendos acontecimientos sufridos en el pasado con las esplendorosas
promesas de felicidad que brindará el futuro.
‘’Múltiples desgracias te han golpeado, ¿Quién
puede reconfortarte?’’ recuerda Yeshayá al pueblo, pero les anima y les
suplica: ‘’!Despierta --, despierta ! Resurge óh Yerushaláim! Reviste de fuerza
Tzión, ponte ropas de gala, óh Ciudad Santa!’’
Y concluye anunciando las suplicas maravillosas que conllevará la esperada y gloriosa גְּאֻלָה שְׁלֵמָה – Gueulá Shelemá – La Redención Definitiva, pronto en nuestros días, Amén. (Extraído del Jumash - חוּמַּשׁ מוֹר-דְּרוֹר)
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