Oneg Shabat
Quiero dedicar estas palabras de Toráh desde lo más profundo de mi corazón
para Leilui Nishmat de mi querido padre Mesod Amselem ZTz’’L Bar Yaacot
y mi queridos tíos Ribi Shemuel Bittan ZTz’’L Ben Ribi Moshe Z’’L e Itzjak
Mojluf Serfaty Z’’L Bar Perla y para la elevación de todos los Niftarim de
Am Israel.
BsH que estas palabras de Toráh (musar) también sean un aporte para la paz, el
bienestar y la luz de todo Am Israel, el
Pueblo Sagrado del Creador quien sostiene este mundo.
Hashem Bendito escuche nuestras Tefilot desde los cuatro confines del mundo para
librarnos de todo mal.
BsH que el Santo Nombre del Eterno sea Santificado Eternamente.
Un simple avioncito.
Yaacob Budavoy era un alumno de
segundo de secundaria en la Yeshivá Tomjé Toráh, en Brooklyn, Nueva York. Era
un huérfano de madre que vivía con su abuela materna, quien no hablaba inglés.
Yaacob era un alumno brillante y, a pesar de que no había recibido educación de
Toráh en Rusia, en poco tiempo se convirtió e el mejor alumno de su grado en
Yeshivá.
El Rab solamente explicada la Guemará, Mishná,
etc…, una sola vez y era suficiente para que Yaacob la aprendiera de memoria,
su nivel de comprensión era impresionante y a menudo hacía preguntas que
emergían de los Rishonim (primeros comentaristas).
Sin embargo, había un problema: tenía una
incontrolable inclinación por hacer avioncitos de papel y echarlos a volar por
todo el salón de clases.
Sus compañeros admiraban su habilidad, pero
los morim (maestros) se enfurecían. A veces, en silencio preparaba un escuadrón
de varios avioncitos, los ponía sobre su mesa y les designaba a cada uno su
‘’misión’’ en el salón de clases. Nada de lo que le dijeran sus maestros o los
directores lograba hacer efecto sobre Yaacob.
Cierta noche de noviembre hubo una junta de
maestros y padres. Ya que la abuela de Yaacob no hablaba inglés, su tía viajó
desde Manhattan para reunirse con los profesores y morim de su sobrino.
En la junta, el Rab sacó de su escritorio
algunos de los avioncitos de papel hechos por Yaacob y dijo:
Yaacob es un niño brillante,
comenzó el Rab. Sabe todo el material de estudio y su mente es más aguda que
ningún otro niño que yo haya tenido de su edad. Pero siempre está jugando con
estos avioncitos. Los hace y los lanza a volar por el salón de clases. Yo lo
quiero mucho, pero provoca desorden en la clase y, sin importar lo que le
digamos él continua haciéndolos.
La tía de Yaacob tomó uno de los aviones y lo
observó. De repente comenzó a llorar.
El Rab se sorprendió y
preguntó:
¿Qué pasa?, preguntó con
suavidad.
La tía respondió:
Mi hermana… fue quien enseñó a Yaacob a hacer
estos aviones, cuando él era pequeño.
Entonces el Rab comprendió el comportamiento
de su huérfano alumno: Yaacob hacía aviones de papel porque le recordaban a su
madre y le daban seguridad.
Nosotros no podemos saber lo que pasa por la
mente y el corazón de los demás. Por eso es muy importante juzgar siempre para
bien y elegir con mucho cuidado nuestras palabras.
לדון לכף
זכות" – Juzgar favorablemente"
No hay comentarios:
Publicar un comentario