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פּוּרִים - 14 de אֲדָר ב - 5782 – ( 17 de marzo 2022)
La Razón del Decreto de Exterminio Para Todo el Pueblo de Israel.
"Y la bebida fue servida de acuerdo al gusto de cada uno, sin obligar a nadie, porque así había ordenado el rey a todos sus sirvientes para que cada quien hiciera conforme con su voluntad" (Ester 1:8).
Rabí Shimon bar lojai preguntó: "¿Por qué se decretó la aniquilación del pueblo de Israel?". Sus alumnos le respondieron: "Porque disfrutaron del banquete de aquél malvado" (Meguilá 12a).
¿Por qué fue castigado el pueblo de Israel por participar en el banquete? Ajashberosh era un rey sumamente poderoso que dominaba sobre ciento veintisiete países. Negarse a participar del banquete podía llegar a costarles la vida por revelarse contra el reinado. Además la reina Vashtí era la nieta de Nebujadnetzar, quien había destruido el Bet HaMikdash y por lo tanto era lógico que el pueblo de Israel temiera negarse a participar de ese banquete.
La Meguilá describe de qué manera Ajashberosh se esforzó para mostrar su poder y su riqueza (Ester 1:4-8). Entre otras cosas, Ajashberosh le ofreció a cada pueblo la posibilidad de elegir la comida y la bebida que prefería, preparada de acuerdo con sus propios ritos y costumbres. Por lo tanto también le permitió a Israel que la comida y el vino contaran con el más exclusivo nivel de kashrut. Aparentemente no transgredieron ninguna mitzvá de la Tora, ni siquiera un decreto rabínico, tal como el hecho de beber vino hecho por gentiles. ¿Por qué entonces se decretó sobre ellos algo tan terrible?
La respuesta la encontramos en las palabras del Rey David en Tehilim: "Bienaventurado el hombre que no siguió el consejo de los malvados ni se detuvo en el camino de los pecadores, ni tampoco se sentó junto a los humilladores" (1:1). La palabra ish (hombre) también la encontramos cuando David le dijo a su hijo Shlomó: "Sé fuerte y compórtate como un hombre" (Melajim I 2:2). ¿Quién merece ser llamado "hombre"? Aquél que se aleja del lugar de los pecadores y no se sienta con los burlones, sino que fija su lugar en el Bet HaMidrash. El versículo dice: "Yaakob era un hombre íntegro que moraba en tiendas" (Bereshit 25:27). El lugar donde debe habitar el judío es el Bet HaMidrash y no estar junto a aquellos que pierden su tiempo o se dedican a hablar maliciosamente de los demás. El versículo dice: "En Shushán, la ciudad capital, había un hombre judio llamado Mordejai" (Ester 2:5). La razón por la cual Mordejai es llamado "hombre judío" es porque mostró que era un hombre fuerte sobre quien habitaba la Presencia Divina, y por eso no se sentó junto a los necios y pecadores. Todas estas cualidades fueron las que le otorgaron el título de "hombre".
Todo pareciera mostrar que el pueblo judío se vio forzado a tomar parte de ese banquete, pero si prestamos atención a las palabras de los alumnos de Rabí Shimon (Meguilá 12a) veremos que el pecado del pueblo fue haber disfrutado del banquete. No estuvieron forzados sino que participaron del banquete comiendo y bebiendo placenteramente.
El placer fundamental del judio debe ser en el campo espiritual, en el estudio y la santidad. Para lograr esto, es necesario alejarse lo máximo posible de los placeres mundanos. La persona está compuesta por materia y espíritu conviviendo en un mismo cuerpo. Cada una de estas partes intenta llevar a la persona hacia su dirección, venciendo a la parte contraria. Cuando el alma gobierna, la persona halla satisfacción en el estudio de la Torá y en el cumplimiento de las mitzvot, mientras que la parte material se empequeñece cada vez más, En consecuencia no siente la necesidad de buscar placeres materiales para sentirse satisfecha. Pero cuando la persona dedica la mayor parte de su tiempo a satisfacer sus deseos materiales, la parte espiritual se empequeñece y ya no siente la necesidad de estudiar o de cumplir mitzvot, que D-s nos proteja.
Cuando el pueblo de Israel participó en el banquete buscó satisfacer sus necesidades materiales disfrutando de los placeres del banquete real. Al ver cuánto disfrutaban de su celebración, Ajashberosh sacó los utensilios del Templo para mostrar su enorme poder y riqueza. Los judíos estaban tan inmersos en el disfrute material que no pensaron que fuera tan grave que Ajashberosh profanara de esa manera los utensilios del Templo. En vez de estremecerse ante lo que estaba ocurriendo mostraron indiferencia, brindando de esta forma su apoyo a las malvadas acciones de Ajashberosh. La acusación celestial contra el pueblo de Israel fue por ir detrás de los placeres mundanos de manera exagerada, disfrutando del banquete del malvado Ajashberosh. Además, una transgresión trae consigo otra transgresión y una caída espiritual provoca otra aún más profunda. Por eso no pudieron sentir que la profanación de los utensilios era algo imposible de aceptar y que en consecuencia debían alejarse de allí.
Está escrito: "La voz es la voz de Yaakob, pero las manos son las manos de Esav" (Bereshit 27:22). Esto significa que todo el tiempo que resuena la voz de la Torá, la espiritualidad se refuerza en el mundo y Esav pierden fuerza. Pero si la voz de laakov se debilita, entonces las manos de Esav cobran fuerza y provocan sufrimiento al pueblo de Israel (Bereshit Rabá 65:20).
De acuerdo con esta regla podemos entender que cuando el pueblo de Israel se encontraba en el exilio persa, se acalló la voz de la Torá y eso permitió que se reforzaran los aspectos materiales dando lugar a que Ajashberosh y Hamán se volvieran más poderosos y pensaran en aniquilar al pueblo de Israel.
Cuando Itzjak Avinu palpó las manos de laakov, se sorprendió porque la voz que oía era la voz de laakov, pero las manos eran las de Esav. Eso era algo imposible de comprender, ya que Itzjak sabía que la voz de Yaakob y las manos de Esav nunca van juntas. Debemos tener bien claro que no existe la posibilidad de disfrutar de estos dos mundos, el espiritual y el material. Cada uno ocupa uno de los platillos de la balanza y cuando uno sube, el otro baja.
Ajashberosh sacó los utensilios del Templo en medio del banquete para probar cuál era la reacción de Israel. ¿Acaso se estremecerían y protestarían por la profanación de los utensilios sagrados o seguirían adelante como si nada hubiera pasado? Cuando vio que la profanación de los utensilios no los conmovía y que la voz de Yaakob no se oía, comprendió que había llegado el momento en el cual las manos de Esav podían actuar con toda su fuerza.
Por esta razón Hakadosh Baruj Hú decidió vengar Su honor decretando el aniquilamiento del pueblo de Israel, porque disfrutaron del banquete de ese malvado sentándose al lado de las personas más perversas del mundo. Esto nos muestra claramente a qué grado estaban inmersos en los placeres materiales. Hashem Bendito quiso despertar al pueblo para que regresara a ÉI. Al final de la Meguilá dice: "Cumplieron y aceptaron sobre ellos y sobre su simiente" (Ester 9:27). La Guemará nos dice que de aquí aprendemos que en ese momento el pueblo de Israel aceptó la Torá con amor y buena voluntad, entendiendo que todo el sufrimiento que habían experimentado se debió a que habían descuidado la parte espiritual al apartarse de la santidad y apegarse a los placeres materiales (Shabat 88b, Rashi, Ibíd.: "En los días de Ajashberosh"). Por eso en ese momento aceptaron la Torá con amor y de esta manera corrigieron su pecado.
Como es sabido, en Roma se encuentra el Arco de Tito, en el cual hay grabadas imágenes que describen la manera en que los romanos se llevaron como botín la sagrada Menorá y otros utensilios del Bet HaMikdash. Este arco fue construido hace miles de años y a pesar de todos los cambios ocurridos en el mundo desde entonces, sigue firme de pie. Si prestamos atención veremos que muchos monumentos históricos de esa época fueron destruidos o se derrumbaron con el paso del tiempo. Sin embargo éste sigue en pie.
Podemos explicar que la razón de este fenómeno es que la Menorá es el símbolo que representa a la Toráh, y D-s quiere que recordemos y que tengamos siempre presente que mientras profundizamos en el estudio de la Torá y cumplimos con sus mitzvot, ningún pueblo puede dañarnos, tal como esa Menorá que sigue iluminando a pesar de estar presa en el exilio. Pero si Israel descuida el estudio de la Torá y no le da luz a esta Menorá, los otros pueblos reciben fuerza para dañarlo, que Hashem Bendito no lo permita.
Dicen nuestros Jajamim que Tito temió destruir el Bet HaMikdash y llevarse los utensilios sagrados, pensando que D-s se vengaría de él tal como lo hizo con Nebujadnetzar y con los otros reyes que pecaron contra el Reinado Divino (Bereshit Rabá 65:22). Entonces declaró públicamente que si algún judío estaba dispuesto a entrar al Templo podría tomar para sí el utensilio que sacara y además sería bien recompensado. Un judío llamado Yosef Meshita dijo que estaba dispuesto a entrar. Y así fue: Yosef Meshita ingresó y permaneció un largo tiempo en el interior del Templo. Al salir trajo consigo la sagrada Menorá. Cuando Tito lo vio salir con la Menorá, le exigió que se la entregara y le dijo que podía volver a entrar y sacar otra cosa para él. Yosef Meshita le respondió que ya había enfurecido a su Creador una vez y que no estaba dispuesto a hacerlo nuevamente. Al ver que ese judío estaba decidido a no volver a entrar al Templo, Tito ordenó a sus soldados que lo mataran brutalmente y a la vista de todos. Por cada uno de los dedos que le cortaban, Yosef Meshita confesaba sus pecados ante D-s. Finalmente murió en medio de un terrible sufrimiento. Entonces se oyó una voz del Cielo que decia que Yosef Meshita tenía parte en el Mundo Venidero.
¿Cómo es posible que un hereje como Yosef Meshita, que estuvo dispuesto a profanar el Bet Hamikdash, se transformara en un judío sagrado dispuesto a dar la vida para no hacer enojar a su Creador? Podemos explicar que al tomar la Menorá Yosef Meshita comprendió que la fuerza y la existencia del pueblo judío depende de la Toráh que es simbolizada por la Menorá. Esto llevó a que se arrepintiera al grado de negarse empecinadamente a volver a entrar al Bet HaMikdash.
A esto nos referimos al decir que el pueblo de Israel corrigió su pecado en los días de Purim, aceptando la Toráh con amor y disponiéndose a cumplir sus mandamientos con entusiasmo.
La Toráh es quien protegió, protege y protegerá por siempre al pueblo de Israel.
AMÉN
(Extraído del libro Torat David)
Pirum Sameaj
פּוּרִים שָׂמֵחַ
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