Quiero dedicar estas palabras de Toráh desde lo más profundo de mi corazón para Leilui Nishmat de mi querido padre Mesod Amselem ZTz’’L Bar Yaacot y mi queridos tíos Ribi Shemuel Bittan ZTz’’L Ben Ribi Moshe Z’’L e Itzjak Mojluf Serfaty Z’’L Bar Perla y para la elevación de todos los Niftarim de Am Israel.
BsH que estas palabras de Toráh (musar) también sean un aporte para la paz, el bienestar y la luz de todo Am Israel, el Pueblo Sagrado del Creador quien sostiene este mundo.
Hashem Bendito escuche nuestras Tefilot desde los cuatro confines del mundo para librarnos de todo mal.
BsH que el Santo Nombre del Eterno sea Santificado Eternamente.
Proceso de renovación.
Dentro del cúmulo de las inmensas bondades que nos otorga el Creador, Bendito sea, están el poder de ver, respirar, caminar, etc. y el poder de la transformación, con el cual nos dotó desde que nacemos. Vivimos constantemente un proceso de transformación: nuestras células se sustituyen, asi nuestras como neuronas que, al dormir y despertar, "evolucionan" también. Nuestros Jajamim nos enseñan que este poder no es solamente fisiológico, sino que también a nivel mental, conductual y espiritual poseemos el don de transformarnos, teniendo la oportunidad en nuestras vidas de renovar nuestra conciencia, nuestra conducta, nuestro proceder y elevarnos espiritualmente. Así lo afirma el Rey David en su libro de Salmos (103, 5):
תִּתְחַדֵּשׁ כְּנֶשֶׁר נְעוּרָיְכִי
''Renuevate como el águila y rejuvenece''
Pero cabe preguntar, ¿qué relación tiene este poder de transformación con el águila? Lo que el Rey David plasmó en su libro hace muchos años, los expertos de la zoología descubrieron recientemente, lo que el águila nos enseña para nuestras vidas.
Les comparto esta revelación:
La increíble historia del águila real nos dice que esta ave puede llegar a vivir hasta 70 años. Sin embargo, al llegar a la edad de 40 años, sus plumas comienzan a ser tan pesadas que se le complica volar, su pico se torna tan encorvado que le lastima su pecho y sus uñas son tan largas que ya no puede sujetar a sus presas.
Es justo en ese momento que debe tomar una difícil decisión: pasar por un proceso de 150 días de renovación total o morir. Existen dos palabras clave en la historia del águila real: ‘’decisión y proceso’’. Si decide pasar por el proceso de renovación, tendrá que aislarse en lo alto de una montaña y golpear su pico contra las rocas hasta que se le desprenda por completo, después esperar a que le crezca uno nuevo. Una vez logrado esto, procede a arrancar sus uñas, una por una, y con las nuevas deberá remover todo el plumaje que cubre sus alas y esperar a que le crezcan de nuevo. Por fin, después de todo este proceso de 150 días el águila real podrá vivir 30 años más.
Cuando concienticemos que es tiempo de cambiar y mejorar para continuar, lograremos entender que, si bien habrá un difícil proceso por el cual deberemos pasar, no por eso será imposible de lograr. Si el proceso del águila lo aplicamos en nuestra vida, sería similar a lo siguiente:
Tal como lo hace el águila real, es necesario soltar y arrancar todo lo que no nos permite volar: malos hábitos, malos sentimientos, relaciones destructivas, etcétera.
Para generar un cambio real, éste debe ser interno, razón por la cual es necesario identificar aquellas emociones negativas que no nos permiten crecer, como miedo, enojo, timidez, rencor y todas esas situaciones que nos atan o estancan. Así nos será más fácil saber lo que queremos y necesitamos transformar, empezando primero por vaciar de nuestro ser lo que nos hace daño, para entonces poder llenarlo con lo positivo que merecemos. De esta manera podremos “vivir" de manera plena y no sólo "sobrevivir". Cambiar la forma de vida es todo un proceso y puede tomar tiempo, pero garantiza un maravilloso resultado. Renovar nuestro estilo de vida requiere de decisión y fortaleza. Debemos estar conscientes de que no será fácil, habrá momentos de debilidad y de desgano. Pero cuando la renovación ocurre, ya estamos listos para reiniciar el “vuelo de la vida"
¡Renovados y transformados!
שַׁבַּת שָׁלוֹם
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